Viaje a Ciudad Abierta

De Amereida
Viaje a Ciudad Abierta
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TipoArtículo
EdiciónRevista ARTINF Nº 31-32, año 6, pp. 45-46.
CiudadBuenos Aires
FechaError: fecha y hora no válidos.
NotasPrecede a estas páginas el escrito «La Eneida de América», pp. 40-44, que corresponde a la conferencia pronunciada por Godofredo Iommi en el encuentro «Universidad Abierta: Nuestro Tiempo»; Universidad de Concepción, 11 - 17 Enero 1982, documetado en la edición, pp. 4-5.

Viajo a Ciudad Abierta ... el paisaje me prepara con su variedad de vistas de cerros, de océano, bosques, para lo que vendrá: libertad de dunas, libertad de playas, de vegeta­ción, de aire transparente, de horizonte enorme.

No es mi primer viaje y sin embargo pareciera. La estación ha cambiado. Ya no llueve como en el invierno de 1978. Ahora una atmósfera seca y fresca se deja atravesar por los últimos rayos del sol de la noche. Miro el reloj y consulto la hora. Por ese hábito interna­lizado que tenemos de controlar nuestros horarios antes de decidir nuestros pasos. Vuelvo a mirar y compruebo que corresponde a la noche de mi país. Son las 9 y 30 y me resisto a llamarla noche. El día también se ha tomado sus libertades... Pero llegué temprano, para un almuerzo de frutos crudos y cocidos ex­quisitos, “buen vino”, como diría un juglar que compusie­ra sus versos con aquéllos que lo miran y lo hablan. Ocho familias completas viven allí y son visitadas diariamente por alumnos y profesores de arquitectura de Viña. La tarea con la participación de todos, tampoco aquí se detiene, y hay visitantes ocasionales, de los que como yo, se quedan por varios días. Las hospede­rías parecen siempre dispues­tas a recibir al amigo que de­see permanecer en ellas junto al mar. Su coherencia cons­tructiva es síntesis –y análisis poético– del paisaje interno y externo, de lo privado y lo pú­blico, de la poesía y de la na­turaleza. Trescientas hectáreas y 25 km de costa las sostienen. Otras construcciones van paulatinamente completando el paisaje -El palacio del Alba y del Ocaso y el Patio de agua– ­junto con los ya existentes: sala de conciertos, capilla, ce­menterio, arte integrado a la pintura para un friso, a la es­cultura para ser transitada, al diseño para ser vivido todo como una rica y única integridad arquitectónica. Apenas está cerca Ritoque, a veces acuden a ese nombre. El ver­dadero es casi sagrado, tal vez por su origen y uso ...

Durante el almuerzo quedo ensimismada en el relato de Alberto Cruz. Sus palabras son provocadas por mí. He de­seado mucho conocerlo mejor y ahora es mi vecino y me conversa. Yo anoto.

Cuando he pasado el texto en limpio y se lo he leído, ha di­cho no, prefiero un texto su­yo con sus sorpresas y opiniones, con su espontaneidad, nada de discursos técnicos sobre nuestras prácticas arqui­tectónicas. Diga usted misma lo que le ha parecido. Más fá­cil hubiera sido escribir la entrevista –balbuceo–, pero me convenzo sin pena, hay material para decir. He oído y visto muchas cosas. De to­das maneras mi nota no al­canzará a definir ese vínculo entre un terreno encontrado y un terreno producido. Na­da se puede acercar a la expe­riencia de lo vivido. Recuer­do algunas de sus frases: "pensamos y actuamos mu­cho en común desde 1950, fecha en que nos constituimos como grupo".

Cuántos aprendizajes habrá habido desde 1952 cuando se trasladaron de Santiago a Viña del Mar en sus cátedras de la Escuela de Arquitectura, con su frecuente permanecer juntos ... Tal vez aquello que se insinuó en las palabras de Godofredo lommi, revelado­ras del secreto que se des-cubre en la palabra poética (oral, es­crita, arquitectónica, escultó­rica, pictórica, musical), en con-sonar con la armonía cós­mica que manifiesta la obra. Y pronunciando a Edgar Allan Poe: "La poesía es perfecta y no tiene otro fin que el de des­cribir el vuelo de la mariposa.